lunes, 9 de noviembre de 2009

Letrasaurios

Hoy voy a meter una cuña del presente en esta historia porque no
quiero dejar pasar la oportunidad de comentaros un reciente artículo
publicado en las páginas de opinión de EL PAÍS (Tribuna "Los filólogos
en su limbo", del lunes 26 de Octubre del 2009) porque en él se ven
claramente huellas recientes de dinosaurios universitarios vivos en la
actualidad y no quisiera que el lector de este blog pensase que cuando
hablo de dinosaurios universitarios me estoy refiriendo a un pasado
remoto y ya superado.

El artículo, que se puede leer aquí, que es una reivindicación de la
filología, de su estudio, de su enseñanza, y de la investigación en
la misma, contra los que no tengo nada, está escrito por una catedrática
emérita de Filología
Latina. El calificativo "emérita" nos es familiar del veneciasaurio y
ha de ponernos en guardia porque, aunque de momento sólo hemos visto
un caso de dinosaurio universitario emérito, no es, ni mucho menos el
único. Éste es un letrasaurio. Pero también, y sobre todo, un emeritosaurio.

Y es que la figura de catedrático universitario emérito se ha
pervertido hasta niveles obscenos, que no son sino reflejo de la
perversión de la universidad. Creada para evitar que buenos profesores
en activo, que aún tenían mucho que aportar a las nuevas generaciones,
desapareciesen de las facultadoes con la jubiliación, la "emeritez" se
ha convertido, en términos estadísticos (excepciones hay) en una
manera de mantener el poder y el poder adquisitivo (considerablemente
mayor con el salario que con la pensión). Los requisitos que los
candidatos a ser eméritos han de cumplir son muy poco exigentes como
haber dirigido 3 tesis doctorales (¡en 35 años!). Así nos encontramos
con catedrátios eméritos de CC ... (e, incluso, académicos) que apenas
suman 24 publicaciones y algo menos de 100 citas en 30 años de
carrera, algo que no les permitiría, hoy en día, aspirar a una plaza
de Científico Titular en el CSIC. Habría que preguntarse por qué los
hicieron eméritos y si sus universidades no habrían ganado más
permitiendo que se jubilaran y contratando a uno de tantos jóvenes
brillantes que están en el extranjero. La respuesta a todas estas
preguntas está en la etología de los dinosaurios universitarios y en
la formación de clanes alrededor de machos dominantes.

Pero volvamos al artículo. A medio camino del final, se puede leer:
"Ése es el núcleo de la cuestión: la ciencia es útil; las Humanidades
no son ciencia, ergo, las Humanidades son inútiles. Este es un
silogismo simple que cumple todos los requisitos exigibles para ser
válido [...]" (N.B.: Humanidades lleva mayúscula, pero ciencia no.)

Y ése es, en verdad, el núcleo de la cuestión: que una catedrática de
Filología Latina no sea capaz de distinguir un razonamiento válido (un
silogismo) de uno que no lo es. Porque su "silogismo" es tan válido
como éstos: "Mis silogismos son válidos. El silogismo de la autora no
es mío, ergo, no es válido".  "Mi padre es un ser humano. La autora
del silogismo no es mi padre, ergo, no es un ser humano".

Ha habido más lectores que han pensado lo mismo (mi carta, un poco más
aresiva, no se publicó).

Es lamentable, pero no excepcional ni sorprendente porque las
"humanidades" (las "ciencias" deben de ser propias de animales o
alienígenas, pero no de seres humanos) son, en España, sobre todo un
lugar de refugio para aquéllos que no han podido superar las
matemáticas en la secundaria, no un lugar para aquéllos a quienes de
verdad gusta más el arte, la historia o la literatura. Éstas, y la
música (que casi nunca se incluye entre las humanidades, y ya
Pitágoras sabía por qué y es que exige saber sumar fracciones) cuentan
con tantos o más amantes entre los científicos que entre los
"humanistas", que no se parecen en absoluto a los grandes humanistas
del Renacimiento, como los filósofos de ahora en general no se parecen
a los de la antigüedad ni a los del Renacimiento ni a los de muchas
otras épocas, que sabían y apreciaban, matemáticas y física y en
general entendían de verdad de todo aquello que constituía el saber de
su época y no se veían a sí mismos como deshumanizados").

La falsa y forzada división entre letras y ciencias en España es otra
muestra de nuestro atraso y de nuestro fracaso educativo, que no es de
hoy (o sí, porque hace 70 años la mayoría de la población no iba a la
escuela).

Está claro que la "emeritez", como la "experiencia" no garantizan
nada. Más bien, a menudo, son síntomas de la condición de dinosaurio
universitario.  ¿Habrá alguien que se atreva a limpiar de dinosaurios
nuestras universidades?  Desde luego, las ministras-dinosaurio o el
ministro-ex-rector-dinosaurio, no.  Esta misma pregunta, de forma más
suave, y sugieriendo que sólo afecta a una muy pequeña minoría,se la
hace hoy 9 de Noviembre en otra Tribuna de EL PAÍS titulada
"¿Qué hacemos con los malos profesores?" Francisco Michavila.

El artículo no está mal, pero lo curioso es que el autor no proponga ni
una sola respuesta a la pregunta que formula. Quizá
no se atreva. A pesar de ser crítico, el artículo tiene un cierto
tufillo corporativista porque las críticas son excesivamente suaves.

jueves, 5 de noviembre de 2009

La huida

El siguiente curso pude hacerlo en una universidad distinta: la
Universidad ....

En aquella época, si al finalizar el bachillerato (el Curso de
Orientación Universitaria, para ser más exactos) residías dentro del
distrito universitario X, y querías hacer una carrea universitaria que
existía en la Universidad de X, como un vulgar siervo de la gleba,
estabas obligado a estudiar en X, por mala que fuera esa carrera
allí. Con la caza asegurada por ley, ¿por qué se iban a esforzar lo
más mínimo en mejorar dicha carrera, los profesores, en X? La
situación parecía medieval pero me gustaría haceros ver que en
realidad, era jurásica.

De entre las posibles vías de escape estaba el hacer una especialidad
de la carrera que no existiese formalmente en X. Si tenías el primer
ciclo completamente aprobado, podías trasladarte a otra universidad a
hacer esa especialidad. Y eso hice yo, pero he de reconocer que no fue
el ansia de escapar de la Universidad de ... la que me hizo tomar ese
camino, sino el interés por hacer la especialidad de ... Y es que era,
como todos mis compañeros, un auténtico pardillo y ni sospechábamos
que hubiera sitios distintos, mejores, ni nos dábamos cuenta de que
estábamos rodeados de dinosaurios y que en otros lugares había menos y
que debíamos de huir para no ser devorados o, casi peor,
asimilados. De esa inconsciencia en la que estábamos se alimentaban
los dinosaurios. Pero la normativa hacía difícil escapar.

Tuve la suerte de que mis padres pudieron costearme el estudiar lejos
de casa y un nuevo mundo se abrió ante mis ojos y al comparar pude
juzgar mejor lo que viví en los tres años anteriores.

Hay que decir que una característica habitual de los dinosaurios
universitarios es que raramente han salido de su territorio, donde
están arropados por su manada y protegidos por el macho dominante a
cambio de su sumisión, pero a la vez privados de perspectiva, de la
posibilidad de comparar con otros sistemas, de alternativas. Esta
conducta la refuerza el grupo excluyendo automáticamente a aquellos
que han abandonado el territorio durante un periodo prolongado y se
han expuesto a otras ideas, a otras formas de tabajar, han aprendido
nuevas técnicas y podrían llegar a cuestionar el funcionamiento de la
manada y quizá el liderato del macho alfa. Esta conducta es muy
llamativa porque nuestras instituciones se gastan un montón de dinero
precisamente en formar estudiantes y profesores en el extranjero, y
éstos, los mejor formados, son precisamente los excluidos. Es la
lógica jurásica, claro. El interés público, el derecho a la major
formación de los estudiantes y unas cuantas banalidades más están muy
por debajo de la ley de la manada.

El dinosaurio no nace, se hace y posiblemente yo estaría entre ellos
si no hubiera tenido esa suerte inicial (luego hace falta
más). También es cierto que he pagado el precio de la exclusión de la
manada, algo que a ratos duele (el cariño al terruño, a la familia y
los amigos, la ilusión de poder contribuir al progreso de tu patria
chica) y a ratos da sensación de alivio (los dinosaurios dan
mucho miedo). Claro que no sólo me han excluido de una manada, sino
prácticamente de todas (es que los dinosaurios son muy solidarios),
pero no tener manada es el a veces amargo precio de la libertad.

De vez en cuando me llegan noticias de mi antigua universidad: un
profesor titular proveniente de otro "territorio" acosado y acorralado
por una manada de dinosaurios que entendía que la plaza era de "uno de
los suyos"; un catedrático (aquél cuya mujer, profesora del mismo
departamento, declamaba sus notas en clase) condenado a 6 meses de
habilitación por modificar notas de selectivo en favor de los hijos de
otros compañero... Un caso curioso porque en los países anglosajones
la propia universidad habría tomado medidas y los compañeros no
habrían tolerado un comportamiento que los deshonra a todos. Aquí,
silencio, corporativismo (es decir: comprensión entre dinosaurios)...

Claro que también me llegan noticias de otras universidades y en el 90%
pasan cosas parecidas o incluso peores y el propio sistema está consagrando
y consolidando este estado de las cosas. Pero eso será tema para otro(s) día(s).

miércoles, 4 de noviembre de 2009

El Ayasaurio

Lo curioso del Ayasaurio es que no parecía un dinosaurio. Al menos, no
de los que ya conocíamos, porque se preparaba las clases y las daba
bien. Serio, parecía simplemente un profesor de la viaja escuela; pero
debimos sospechar que un profesor que no saluda en los pasillos ni con
un "hola" a alumnos que ve cuatro horas a la semana y pr supuesto conoce,
no es simplemente serio, sino tremendamente soberbio, una
característica básica de los dinosaurios universitarios.

Tuvimos la revelación el día del primer examen cuatrimestral. Creyendo
que íbamos a un aula de examen, fuimos llevados a un auténtico
matadero, un campo de concentración en el que, además de los 30 y pico
supervivientes, estaban al menos otros 60 de cursos superiores que
tenían pendiente esa asignatura. Al ver sus cicatrices el pánico nos
invadió. Demasiado tarde.

La lista de heridos, muertos y desaparecidos clavada en un tablón de
anuncios no hizo más que confirmar nuestras sospechas: de los 30 y
pico pardillos, 1 aprobado, 3 "compensables" (que, teniendo poco menos
de 5 puntos sobre 10 en el examen, podían compensar esa nota al hacer
la media con el de junio) y el resto suspenso. ¿Seríamos tan tontos?
Los dinosaurios universitarios le hacen creer a uno que sí... Debe de
ser la forma en la que ellos mantienen las cabezas erguidas sobre sus
largos cuellos por encima de las de los simples seres humanos...

Yo pedí ver mi examen corregido y allí se me aclararon todas las
dudas: "A ver, sí, está todo, está bien, pero no está estupendamente
bien: un 5 sobre 10 en ese ejercicio. Y en ese otro está todo, está
bien, pero hay un fallo en esta fórmula: un 4,5 sobre 10...". "No
puede ser que esa fçormula está mal: la he copiado en los 5 minutos
que usted nos dio después de dictar las preguntas para tomar
notas... " "¡No irá usted a decir que sabe más ... que yo!" "No, no,
claro que no... Usted disculpe. Adiós."

Lo cierto es que había cambiado la notación en la fórmula a otra que
me gustaba más, sin cambiar la fórmula, y la había copiado sin
errores, pero los dinosaurios universitarios que llevan 20 años en la
misma universidad, dando la misma asignatura, con las mismas notas, a
los mismos pardillos con distintas caras, no tienen la flexibilidad
necesaria para aceptar ni un cambio en la notación ni la posibilidad
de haberse equivocado corrigiendo. Tampoco tienen el respeto mínimo
por esos pardillos los que arrojan fuera de sus guaridas con
amenazantes rugidos ("¡No irá usted a decir que sabe más ... que yo!")
ni la ojetividad necesaria para calificar ejercicios que, teniéndolo
todo y teniéndolo bien, quizá merecen más que un 5 pelado.

Aprobé en junio, pero nunca superá la humillación que sufrí en su
guarida. Hoy sé que no tengo nada que echarme en cara: el Ayasaurio es
terriblemente peligroso y hacerle frente era firmar mi sentencia de
muerte y verme obligado a pasar por el campo de concentración hasta
agotar convocatorias. Hice lo más adecuado, pero aún me duele.

Las cosas están cambiando en la enseñanza y ahora se valora como
índice de la calidad de la docencia el porcentaje de aprobados, algo a
lo que se oponen los dinosaurios universitarios, que basan mucho de su
poder y prestigio en el bajo porcentaje de aprobados. La verdad es que
yo también me opongo a esto, que es irse al otro extremo y simplemente
fomenta el aprobado general sin exigencia y sin estudio. Pero es que
para medir la excelencia docente (algo por lo que a TODOS los
profesores universitarios se les acaba dando un plus cada 5 años) hay
otros baremos mucho más acertados, aunque cuesta bastante más
aplicarlos.

Claro que posiblemente, a nadie le interesa que se apliquen: las
universidades sólo quieren atraer a más estudiantes porque la inmensa
mayoría del dinero que reciben lo hacen por tener estudiantes y que
salgan graduados, diplomados o licenciados, sin importar cómo se
consiga. Los departamentos necesitan justificar horas de docencia para
tener más plazas (la única razón por la que se crean plazas de
profesor en las universidades, aunque los profesores también son, por
ley, investigadores)y no quieren espantar a los alumnos con
porcentajes altos de suspensos. Y los alumnos quieren aprobar, no
aprender y sus padres quieren que aprueben y saquen un título para
trabajar, no que sepan.

Y es que se podría decir que dinosaurios, somos todos. Pero no. No lo
somos. Basta echar una mirada alrededor, viajar un poco, leer buenos
libros, para darse cuenta de que otra universidad es posible. Pero
quizá en otra sociedad que valore más a sus científicos y
universidades que a sus jugadores y equipos de fútbol. Una sociedad
como la nuestra simplemente consigue lo que busca. Para los que
quisiéramos el cambio o simplemente nos resistimos a este orden de
cosas, sólo nos cabe protegernos de los Ayasauros. El que casi me pisa
en el 85 aún estaba en activo hace muy poco y creo que es emérito.

Otro emeritosaurio. He
buscado denodadamente en la base de datos Teseo y no he encontrado
ni una sola tesis dirigida por él y he buscado también en Web Of Knowledge
(WOK) y no he encontrado ni una sola publicación escrita por él...
Volveremos sobre estos temas, que también caracterizan a los dinosaurios
universitarios.

martes, 3 de noviembre de 2009

El Alvasaurio

El impacto que me produjo mi primer encuentro con un dinosaurio que os
describí la última vez que tomé el teclado para escribir en este blog
fue tremendo a pesar de haber ocurrido en medio de una multitud de
experiencias alucinantes: profesores que no se sabían las
demostraciones, profesores que recitaban los apuntes de su cónyuge (un
ejemplar notable de dinosaurio del que debería de hablaros en algún
momento) a velocidades de vértigo... Pero éstos no eran dinosaurios:
les faltaba un no sé qué, un punto de desvergüenza, de malicia... y
mucha masa inerte.

Pasó un año entero antes de darme de bruces con otro dinosaurio. El
ecosistema rebosaba de estos bichos, pero sólo topé con una cría,
aunque las crías son peligrosas porque tienen dientes desde el
principio y se comportan de forma errática. También porque suele haber
algún adulto detrás, cubriéndole las espaldas.

Tardamos un tiempo en darnos cuenta de con quién/qué teníamos que
vérnoslas. Alguien, con toda probabilidad un macho dominante, le había
elegido para hacerse cargo en solitario (teoría, problemas, prácticas)
de una asignatura clave de la carrera de CC... sin ser doctor. No
estoy seguro de que lo haya logrado con el tiempo, porque acabó
desapareciendo de allí, pero sólo después de haber sacrificado sus
lotes correspondientes de presas. Para ser justos, habría que decir
que fue el macho dominante de su grupo el responsable de la
carnicería. Tampoco hubo miembros del grupo que alzaran la voz contra
esta situación. Ya hablé del agradecimiento y de la sumisión de los
grupos de dinosaurios universitarios.

El "Alvasaurio" lo intentaba, pero no daba la talla. Sólo cubrió la
mitad y poco más de un programa esencial en la carrera de CC... Y la
mitad que cubrió la cubrió de miseria. Una perla: una bala que sale de
un cañón que gira en torno a un eje perpendicular al eje del cañón,
hace espirales. ¡Muera la Primera Ley de Newton!

Sobreviví dejando de ir a clase y estudiando en los libros, que los
hay muy buenos. Pero sobreviví a duras penas. Las notas del examen de
junio se conocieron más allá del 15 de julio, sin que hubiera
posibilidad ya de reclamar (una de las tretas preferidas de los
dinosaurios), y me lo suspendió. Y en septiembre volvió a suspenderme,
pero sí que pude ver el examen. Necesité una hora completa para
explicarle que había resuelto los problemas con el sistema que él
mismo nos explicaba en las clases de teoría y no con el sistema que
nos explicaba en las clases de problemas, que tomaba de otro libro. No
lo entendía por más que insistía. El compañero que compartía la
guarida, lanzaba bufidos de advertencia. No sé cómo salí vivo de allí,
pero lo conseguí sin volverme uno de ellos...

El macho dominante de su tribu condenó a al menos un par de cursos a
sus fauces. Hubo nuevas bajas. Sólo 30 y pico de los pardillos que el
año anterior sintieron el terror entrar en sus vidas pasaron al curso
siguiente, y sólo para un encuentro a vida o muerte con el mortífero
Ayasaurio...

lunes, 2 de noviembre de 2009

Mi primer dinosaurio

Ha pasado mucho tiempo desde que empecé a escribir y dejé escrito mi
propósito de describir, hacer visibles, denunciar, a los dinosaurios
que habitan entre nosotros, y no he podido empezar a cumplirlo hasta
hoy. Y es que me he sentido abrumado por el tamaño de la tarea. No
sabía por dónde empezar. Hay tantos ecosistemas y en ellos tantas
especies de dinosaurios cuyas características, comportamientos,
asociaciones, son tan variados... En este periodo más de cien veces he
sentido la urgencia de ponerme al teclado y contaros o comentaros lo
que los dinosaurios estaban haciendo, pero había que poner un poco de
orden. Falto quizá de originalidad, he decidido comenzar por el
principio. Por mi principio, claro. Mi primer contacto con los
dinosaurios. Si no es el camino más corto para llegar a nuestro
objetivo, es al menos el que yo he seguido y a falta otro orden, el
cronológico siempre se impone.

Octubre de 1982, primer día de curso en primero de CC... en la
Universidad de.... Ahí estaba yo y otros 60 pardillos asustados más
viendo entrar en el aula y en nuestras vidas, en bata blanca, al
primer dinosaurio digno de tal nombre (del griego deimos, terror y
saurio, lagarto). La verdad es que, hasta entonces, si acaso habíamos
visto alguna lagartija y, si habíamos visto algún dinosaurio, no lo
habíamos identificado como tal. Pero este era (y sigue siendo,
emérito) un ejemplar soberbio (un macho dominante) que exhibió desde
el primer instante todos los comportamientos que les son propios.

¿Que cuáles son estos comportamientos? Es más fácil contar qué hizo y
dejar que los hechos os vayan calando y que de ellos vayáis extrayendo
vosotros mismos la esencia.

El primer golpe llegó pronto: nos contó que no sólo la carrera de
CC... era muy difícil sino que además apenas tenía salidas ya que,
incluso, había muy pocas plazas de profesor universitario en el área
correspondiente. Las 60 y pico víctimas, ya bastante amedrentadas en
un ecosistema que aún nos era extraño, nos hundimos medio palmo en
nuestros bancos. Entonces fue cuando nos remató diciendo que desde
hacía no sé cuántos años (y los que han debido de seguir desde el 82)
él se hacía cargo de la asignatura de ..., fundamental en la carrera
de CC... porque ya tenía mucha experiencia. No había escapatoria.

Muchos dinosaurios (ésta parece ser una característica bastante
extendida entre ellos) confunden el repetir algo muchas veces, bien o
mal (generalmente mal), a lo que llaman "tener experiencia" con el
tener buena experiencia. Temblad cuando oigáis a un dinosaurio bramar
que él tiene mucha experiencia en algo, porque es el preludio de un
ataque descalificatorio sobre víctimas más jóvenes que serán privadas
de la posibilidad de adquirir ellos mismos esa experiencia. Por
supuesto, nunca se va a discutir si ha estado haciendo algo 30 años,
pero mal.

Lo más curioso es que la carrera de CC... sí que tenía y tiene muchas
salidas, aunque no sea trabajando específicamente de ... La formación
del ... cuando es buena, es muy apreciada cuando se busca a alguien
que sepa modelizar y resolver problemas a partir de cero. Pero estos
dinosaurios son inmunes a la realidad exterior a su microuniverso
universitario. Sólo piensan en él y éste lo que quería decir es que no
había huecos para nosotros en su tribu. Como si hubiéramos ido a la
universidad a buscarlo...

El segundo día, cuando los 60 y pico pardillos cerramos los ojos y los
volvimos a abrir, incrédulos, el dinosaurio seguía allí, presto a dar
otro golpe: había revisado las listas de primero y de segundo y había
20 pardillos del años anterior que no estaban ni cursando segundo ni
repitiendo primero, para lo cual había que aprobar al menos una
asignatura. Esto parecía confirmar su advertencia sobre la dificultad
de la carrera y, aparentemente, no quería decir nada sobre la
enseñanza que se impartía allí ni sobre su "experiencia". Sólo más
tarde nos dimos cuenta de este último punto. En ese momento el golpe
surtió su efecto y nos hundimos otro medio palmo pensando lo tontos
que probablemente éramos todos, que íbamos a suspender en masa. Fue
también mucho más tarde cuando pensamos que quizá la labor de un
profesor consistía más en estimular a los estudiantes que en
asustarlos y que éste último comportamiento no podía ser de un
profesor, sino de otra cosa: un dinosaurio, un dinosaurio
universitario. Y éste era (es) de los más peligrosos. Puedo estar
contento de haber sobrevivido tras haberle tenido cerca y de tenerle
ahora lejos.

Los muchos días que siguieron añadieron mucha información útil sobre
este tipo de dinosaurio universitario. La mayor parte de los días se
presentaba en el aula sin haber preparado la clase, pero con unas
fichas en el bolsillo que había preparado a lo largo de los años y que
leía torpemente delante de sus víctimas, y recordando en ese preciso
momento de qué iba la clase. No importaba. Siempre podíamos acudir al
libro de texto que él había escrito si la explicación no era
buena. Esto podía ayudar para aprobar la asignatura, porque las
preguntas de los exámenes eran del tipo de las que aparecían en el
libro, pero no para aprender. Claro que eso no les importa a los
dinosaurios. De hecho, comprarse el libro y haberlo estudiado habría
sido el primer paso para convertirse en otro dinosaurio universitario,
un peligro del que ya os advertí: supervivencia al precio de renunciar
a la dignidad humana.

También descubrimos que, como ya os he adelantado, este ejemplar era
el macho dominante de un grupo en el que había conseguido que sus
genes se perpetuasen (2 hijos y la mujer de uno de ellos). Sólo más
adelante nos cuestionamos con quién habría tenido que competir para
ser el macho dominante, para concluir que con nadie porque este tipo
de dinosaurios no se imponen dentro de un grupo preexistente sino que
crean un grupo a su medida, a su imagen y semejanza (en este caso,
incluso genéticamente), seleccionando miembros que nunca cuestionen su
autoridad, eligiéndolos más débiles si hace falta. El agradecimiento y
la falta de dignidad humana (el mero hecho de ser un dinosaurio) hace
el resto. Esto garantiza la supervivencia del macho (sí, normalmente
macho, otra característica de los dinosaurios) dominante, y su
dominación, pero suele ser nefasto para la supervivencia del grupo. Y
es aún peor para las víctimas que los van a tener como profesores,
pero, claro, esto es lo de menos, porque para eso son las presas de
estos dinosaurios, existen para eso, ¿o no?

Éste consiguió su lote de presas entre nosotros: abandonos,
suspensos.. ¡Qué prestigio el suyo, el de su grupo y el de su carrera!
Claro que en la Universidad de .... aún había carreras más
prestigiosas, con muchos más abandonos y suspensos. Pero éste tenía un
método especial: las preguntas de exámenes redactadas de forma ambigua
o mal redactadas que hacían a las presas preguntarse no por la solución
correcta sino por qué querría el examinador que le contestasen.

Parece que fue hace mucho y no hace dos años que en una visita a
... me crucé con él (que debería de estar jubilado hace mucho)
saliendo de la Facultad. Él ha sobrevivido y, a pesar de las muchas
presas que ha necesitado, ha llegado incluso a emérito (es que tiene
mucha "experiencia")...

Hoy voy a dejarlo aquí, con mi recuerdo para los pardillos del 82 y todos los
que han pasado por sus fauces. El próximo día (será pronto) os hablaré de
otros dinosaurios universitarios que conocí en ... Otras especies, con
características propias diferentes de las del que os he presentado hoy, y que
llamaré "Veneciasaurio", de la familia de los dinosaurios universitarios, pero
con características comunes a ellos, en especial la falta de humanidad.

domingo, 8 de febrero de 2009

Millones de años después...

...creíamos que se habían extinguido. Pero aún están aqui. Nos vamos a dormir, despertamos, y siguen ahí. Salimos a la calle y hacemos como que no los vemos, pero si no andamos con cuidado, nos aplastan. Nos concentramos en nuestro trabajo para olvidar que están ahí, pero sus pisadas nos hacen temblar, su hedor nos obliga a contener la respiración y siempre estamos prestos a salir corriendo para no ser arrollados. Leemos el periódico y las noticias protagonizadas por dinosaurios poderosos, arrogantes, autosatisfechos, arteros y violentos nos atragantan el café y las reseñas sobre las hazañas de los cachorros de dinosaurio nos anuncian que la era del homo sapiens aún va a tardar en llegar.

No es tan sorprendente: los dinosaurios han demostrado una capacidad de adaptación casi humana (o quizá superior) sin renunciar a su esencia, a sus escamas, a su fuerza bruta. No hay ecosistema sin su especie de dinosaurio, pero justamente en aquellos ambientes que juzgaríamos menos propicios para ellos (gobiernos, universidades, consejos de administración, juzgados...) es, en nuestro país, donde se vuelven especies dominantes y ocupan la cúspide de la pirámide alimenticia. Es ahí donde han cavado más profundamente sus guaridas y donde procrean sin tregua ni vergüenza, formando grupos (¿manadas?, ¿tribus?, ¿clanes?) entre los cuales las otras especies se mueven aterrorizadas hasta que son expulsadas.

Es imposible no verlos, pero de tanto hacerlo, a veces nos acostumbramos y perdemos conciencia del peligro o, aún peor, nos convertimos en sus parásitos, que sobreviven de sus migajas, de la carroña que dejan o de la hierba que no han aplastado. Mi especie siempre está hablando de dignidad (ya nadie habla de honor, debe de ser mucho pedir) pero
muchos de los individuos que la componen acaban adaptándose a estos indignos nichos ecológicos para sobrevivir. Yo creo que no se puede intentar sobrevivir de cualquier manera ni a cualquier precio. A lo mejor no he corrido suficiente peligro. Quizá no debo de juzgar con demasiada dureza a los que viven de comer lo que extraen de entre los dientes de los dinosaurios más feroces. Pero creo que no hay que rendirse ante ellos, al menos sin resistirse. Y para resistirse, hay que conocerlos y saber reconocerlos.

Os voy a hablar de esos dinosaurios que nos rodean. Os los describiré para que podáis reconocerlos antes de que se acerquen mucho. No sé si va a servir de algo, porque son tantos... Sólo espero no morir aplastado sin haber acabado esta misión que me he impuesto.